Cada 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer, millones de personas en todo el mundo se manifiestan en esta fecha para conmemorar la lucha que libran las mujeres desde hace años por la igualdad de derechos.
El Día Internacional de la Mujer no nació de un hecho concreto, sino que ha sido el fruto de más de cien años de movimientos feministas para reclamar una igualdad económica, laboral y social entre hombres y mujeres.
8 de marzo de 1857, las mujeres que trabajaban en la industria textil, conocidas ‘garment workers’, en Nueva York, organizaron una huelga para demandar salarios más justos y condiciones laborales más humanas.
En 1959 las manifestantes crearon su primer sindicato para pelear por sus derechos y 51 años después, el 8 de marzo de 1908, 15.000 mujeres volvieron a llenar las calles de Nueva York para exigir un aumento de sueldo, menos horas de trabajo, derecho al voto y prohibir el trabajo infantil bajo el lema fue “Pan y Rosas”.
Este día se celebra de manera oficial desde 1975, cuando fue declarado por las Naciones Unidas, sin embargo, en Estados Unidos no comenzó a celebrarse oficialmente hasta 1994, pese a ser el origen de este homenaje.
En República Dominicana una gran cantidad de mujeres han dejado el perfume de su ser en todo el que hacer de la vida republicana, la defensora de la patria, la combatiente, la salvaguarda de nuestra identidad y dominicanidad; la mujer del arte, del deporte, de la cultura y las letras; la mujer de la salud.
Hay que reconocer con justicia histórica las grandes mujeres que fueron forjadoras fundamentales de nuestra nación, sus grandes aportes a la construcción del Estado libre, soberano, independiente del que hoy disfrutamos. sus desgarradoras hazañas para obtener las grandes conquistas y reivindicaciones en materia de derechos fundamentales, como defensoras aguerridas de las justas causas y radicales contra las injusticias.
Es obligatorio que nosotros leguemos a las generaciones venideras el trozo de historia que le permita reconocer las verdaderas protagonistas de una parte esencial de nuestra historia.
Reconocer a cada una de estas mujeres es hacer honor reverenciar a la patria misma; la primera Bandera Nacional que ondeó airosa por vez primera el 27 de febrero de 1844, día de nuestra independencia nacional, fue confeccionada por varias damas, entre las que se pueden citar a María Trinidad Sánchez, María de Jesús Pina, Isabel Sosa y Concepción Bona
Pero como no mencionar a Ana Valverde, participó en la fabricación de las balas utilizadas la noche del 27 de febrero, a Juana Saltitopa con machete corto en mano fue una destacada combatiente en la batalla del 30 de marzo.
Ana Emilia Abigail Mejía, sufragista, fue la pionera del feminismo dominicano y del arte fotográfico femenino, así como la precursora de las primeras escuelas nocturnas para mujeres trabajadoras; Ercilia Pepín impulsó el respeto a la bandera y al escudo, y promovió que los estudiantes se aprendieran el himno nacional y a enhestar la tricolor; Amelia Francasci fue la primera dominicana en publicar una novela y en cultivar este género literario; Socorro Sánchez fue pionera del periodismo dominicano y la primera mujer en fundar una biblioteca para mujeres en nuestro país; Andrea Evangelina Rodríguez Perozo fue una alumna brillante, la primera mujer dominicana en la Escuela de Medicina de la Universidad de Santo Domingo y que fundó la primera casa de maternidad.
Es justo y necesario que hoy en día reconozcamos a la mujer dominicana y darle el lugar que merece en las páginas de la historia, porque sí hemos tenido grandes hombres que dieron la vida por la patria, la institucionalidad y las libertades, pero sin las silentes y estrategas libertadoras y heroínas no habría sido posible la conquista de la independencia, mantener la soberanía, disfrutar de las libertades dejando atrás las sombrías décadas de dictadura, y jamás, sin las mujeres, podríamos aspirar a vivir en un Estado Social y Democrático de Derecho.
Ayer y hoy cientos de mujeres dominicanas trillan el camino de la Patria dejando una impronta de sus hechos, de sus luchas, de sus conquistas, de sus cantos, de sus poesías, de su arte, de sus sudores tras el jornal, de sus llantos y hasta de su propia sangre cuando caen abatidas por las retrogradas puñaladas miserables de un pensamiento que no entiende que mas que genero somos un complemento.
