Por: Eridania Penzo
Bajo el cielo estrellado de una cálida noche en República Dominicana , Carlos Penzo Crooke, un hombre de 85 años, rememora su vida como si fuera una película. Nacido en el pequeño y pintoresco pueblo de Sánchez, en la paradisiaca península de Samaná, creció como cualquier niño dominicano, con la pelota como el principal deporte, y las travesuras como parte de su rutina diaria. Sin embargo, en su corazón latía un deseo inusual, uno que desde temprana edad lo empujaba a las calles polvorientas para emular a sus héroes del boxeo. Su ídolo era Floyd Patterson, el campeón de peso pesado de los Estados Unidos, cuya elegancia y poder le encendían una chispa interior.
Carlos vivió una infancia repleta de momentos inolvidables, pero la época también estuvo marcada por la dura realidad política de su país. En los tiempos de Trujillo, su familia enfrentó dificultades y persecuciones, obligando a algunos de sus tíos a exiliarse en Puerto Rico y Nueva York. “Tuve que crecer rápido”, recuerda con una mezcla de nostalgia y amargura en sus ojos. Pero, a pesar de las adversidades, Carlos mantuvo su mirada fija en un objetivo: dejar su huella en el mundo.
A los 18 años, el joven Carlos decidió dejar atrás su pueblo natal y trasladarse a Santo Domingo para alistarse en la Policía Nacional. Durante seis largos meses de entrenamiento riguroso, el joven aspirante pasó por duras pruebas, no solo físicas, sino también emocionales. “Era una época en la que todos los jóvenes queríamos ser guardias, era el sueño de muchos”, dice sonriendo mientras levanta las manos al recordar la emoción de esos días.
No pasó mucho tiempo antes de que el destino lo pusiera en el camino del boxeo. A lo largo de su servicio en la policía, conoció a Víctor Pascual, un compañero con el que compartía la pasión por el deporte de los guantes. Juntos comenzaron a entrenar, intercambiando golpes en la loma, con la disciplina militar como base de su preparación. Fue en ese momento cuando el destino cambió su curso y Carlos decidió que no solo sería un policía; también sería boxeador.
Con el paso de los años, Carlos se fue consolidando en el cuadrilátero, donde la adrenalina y el coraje se fundían en cada pelea. Su entrenador, Agustín Isaac, lo tomó bajo su ala y lo empujó hacia el camino de la gloria. “Volaba como una mariposa y picaba como una avispa”, bromea Carlos, recordando con carcajadas cómo se inspiraba en las palabras de Muhammad Ali, entonces conocido como Cassius Clay.
En 1963, Carlos disputó su primera gran pelea, un combate épico que jamás olvidará. Fue una batalla donde cada golpe se sentía como una sacudida para el público, que permaneció de pie durante toda la contienda. “Fue tu me tumbas y yo te tumbo”, cuenta con una sonrisa triunfal, recordando cómo el sudor y la sangre se mezclaban con la euforia de la victoria. Esa fue la primera de muchas peleas en las que dejó su alma en el ring, siempre guiado por una estrategia clara: conocer las debilidades de su oponente y atacar con precisión.
Durante su carrera, Carlos viajó a Puerto Rico, México, Colombia y Curazao, llevando consigo el orgullo de ser un campeón dominicano. Sin embargo, a pesar de su éxito, el boxeo no fue solo gloria y aplausos. Hubo derrotas dolorosas, algunas marcadas por injusticias que todavía hoy lo frustran, como aquella pelea en Puerto Rico donde, a pesar de saberse vencedor, los jueces dieron el triunfo a su oponente. Fue una herida difícil de sanar, y pronto decidió retirarse de los cuadriláteros.
Después de colgar los guantes, Carlos regresó a la República Dominicana, donde encontró una nueva pasión: la construcción. Al igual que en el boxeo, la disciplina y el trabajo duro fueron su carta de presentación en este nuevo capítulo de su vida. Sus familiares, especialmente su esposa —a quien había conocido a los 22 años y con quien ha compartido 58 años de matrimonio—, estaban felices de verlo alejarse del peligro del boxeo.
Hoy, Carlos se levanta cada mañana antes del amanecer, realizando ejercicios de calentamiento que lo mantienen en forma. Su cuerpo ya no es el de un boxeador en su mejor momento, pero su espíritu sigue siendo el de un luchador. Cuando le preguntan qué consejo daría a los jóvenes que desean seguir sus pasos, Carlos responde con sabiduría: “El boxeo es un deporte hermoso, pero peligroso. Si lo vas a hacer, hazlo con disciplina. No bebas, no trasnoches, y cuida tu cuerpo, porque es lo más importante”.
Carlos Penzo Crooke, el hombre que en su juventud soñaba con ser guardia y terminó siendo campeón, ha dejado una huella imborrable. Su historia es la de un hombre que, a través de la disciplina, la pasión y el coraje, forjó su propio destino, convirtiéndose en un ejemplo de perseverancia para las generaciones que lo siguen.
Un apasionado dentro del cuadrilátero.
En una noche cálida, donde las estrellas y la luna brillan con todo su esplendor, iluminando la casa de Carlos Penzo Crooke, un hombre de 85 años de edad, nativo de Sánchez, Samaná, luego de un determinado tiempo llegó a Santo Domingo, se enganchó a la Policía Nacional, ex campeón de la República Dominicana de Peso Ligero a mattel.
Desde niño le gustaba ser boxeador, aunque el deporte que más practicaba era la pelota, su boxeador favorito es Floyd Patterson de peso pesado norteamericano.
Vivió su infancia como cualquier niño, compartía más con sus primos, tuvo una travesura que no olvidó "jugando con los primos míos, íbamos a la cienega,y yo le di una pecosa,y el me fue arriba con un palo,yo ví un cuchillo y se lo clave en el brazo y después estaba llorando"(carcajadas).
Tuvo que estudiar aunque no le gustaban los estudios "el pai mío era jefe del ferrocarril, entonces yo, tenía que ir a la escuela obligado"(levanta las cejas y levanta las manos a media).
Lo más difícil en la época de Trujillo para su familia "tuve muchos tíos por lado de los Penzo que estuvieron que irse a Puerto Rico y Nueva York"( mira hacía la derecha, molesto, une las cejas).
Cuando cumplió 18 años de edad quería engancharse a la Policía Nacional entonces vino a Santo Domingo. (Sonríe).
“Tuve que hacerme análisis y exámenes, para engancharme a la guardia en el Hospital Marion, y luego al mes me pidieron, donde pase 6 meses en el centro”. Para sus padres y para él fue muy difícil durar ese tiempo de preparación para engancharse y sus padres no pudieron verlo en ese periodo de tiempo. (Molesto).
El motivo porque se alistó "en esa época todos queríamos ser guardia para ser jefes, todos los jóvenes querían engancharse". ( mueve la mano hacía en frente, con carcajadas)
Después de un tiempo en la capital, su padre "tuvo que salir de allá corriendo que Trujillo lo quería muerto" (molesto),"siempre mi papá trabajó en oficina y el hermano de mi mamá era maestro constructor cuando estaba haciendo la carretera de Haina, lo agarro ahí y lo metió hay, Trujillo no pensaba que iba a estar en construcción"( levanta las manos, se ríe).
Cuando mataron al dictador de esa época, ya tenía 20," y de ahí se armó una trifulca tan fuerte en la capital, que todos nos pasaron a la policía"( moviendo las dos manos) donde duró cuatro años.
Ensanche Espaillat, en 1962, a los 22 años de edad, donde conoce a su esposa actual, madre de sus 5 hijos, que siempre pasaba y él la veía y por completo se enamoró de ella. (Sonríe). Lo que ha logrado estar 58 años de matrimonio es “nos hemos querido mucho y nos hemos portado bien”. (Risas).
Surge el interés de boxear en las películas de boxeo que él veía cuando era muchacho y le gustaba pelear. (Ríe).
Para la guerra del 1965 se retira de la policía, ya que desde antes se estaba preparando para ser boxeador; Victor Pascual un compañero con quien entreno (cuando eran militares) en los cursos de capacitación en la loma "el siempre se movía y practicaba, a mí me gustaba; él me daba práctica nos poníamos los guantes"
“Kid Colmillo” (Agustín Isaac) entrenador de Pascual "quien me agarró a mi ,me dijo, vamos arriba, vamos a entrenarte"(muestra una sonrisa)
"Yo fui boxeador de verdad,cuando Cassius Clayn,que él decía que volaba cómo una mariposa y picaba como una avispa"( entre carcajadas)
“Tener buen comportamiento y disciplina” es lo que tuvo que enfrentar para lograr ser un buen deportista.
En ese tiempo les pagan cien pesos al ganador, por ese motivo le decían "tu vales 100 pesos" ( se ríe).
Su madre hacer modista, le confepcionaba la ropa que debía ponerse para cada pelea.
Para mantener su peso "comía biberes, carne, pero no comía arroz para mantener 135 libras"
Su primera experiencia en el boxeo fue en el 1963, juegos a mattel, pelea muy fuerte, donde recibió muchos golpes para ganar."Esa pelea fue tu me tumbas y yo te tumbaba; una pelea que desde que comenzo el público, mas nunca se pudo sentar, fue buena la pelea" ( moviendo las manos con gran emoción a carcajadas,mostrando felicidad en su rostro).
Su rival más resistente fue Ángel Espada, puertorriqueño, porque se cayó dos veces en la pelea.
Su estrategia más fuerte era ir a la pelea de los contrincantes, observar su debilidad y también su fortaleza "ya yo sabía cómo peliarle"
Al momento de viajar, para boxear, sus padres, y demás familiares estuvieron muy felices. En los países que más le gusto viajar fue Puerto Rico, México y Colombia. (Entusiasmado).
Duro mucho tiempo en Puerto Rico, desde ahí iba a otras islas, como es el caso de Curacao " En Puerto Rico es que tenía mi hogar, tenía todas mis cosas, en un apartamento que tenía allá"
Las veces que perdió fue “que aumente de peso, ya que era de peso ligero” (triste). Se retiró joven porque se disgusto de una pelea en el estadio de Puerto Rico, Porque el sabia que ganó y se la otorgaron a su rival.
Cuando se retiró vino a la República Dominicana donde se retiró y comenzó a laborar como maestro constructor. “Mi familia y mi esposa y mi familia contentos, ellos querían que yo me retirara del boxeo”.
Después que se retiró, se levanta desde muy temprano a hacer ejercicio de calentamiento el cuál lo ha ayudado.
Carlos le recomienda a los jóvenes que no tomen como profesión, porque para él es muy dañino, conoce ex boxeadores, que han quedado con daños, para toda su vida y es un deporte peligroso, principalmente si no se toman las medidas necesarias.
Los jóvenes que quieren trinfar en este camino según su experiencia deben "mantenerse en disciplina, no beber alcohol, no parandiar y acostarse temprano"