La función principal de los partidos políticos en un sistema democrático es representar y canalizar los intereses, valores y opiniones de los ciudadanos en los procesos políticos. También tienen la tarea de persuadir a los ciudadanos a participar no solamente en las elecciones, sino también en las discusiones y en los procesos de tomas de decisiones en los temas nacionales.
Las agrupaciones políticas desempeñan un papel crucial en la democracia moderna, ya que son los vehículos por excelencia a través de los cuales los electores pueden participar en el proceso político y ejercer su derecho al voto. Estas organizaciones deberían representar diferentes ideologías, intereses y propuestas, y su existencia debe permitir la competencia política y la diversidad de opiniones en la toma de decisiones.
Una democracia saludable, es directamente proporcional a un sistema de partidos saludables, con independencia y que representen los intereses de la ciudadanía en general, no los de un individuo o sectores en particular. Sin embargo, en la Republica Dominicana tenemos partidos políticos con dueños donde los intereses personales y las agendas individuales priman sobre el bienestar colectivo.
El pueblo observa como estas agrupaciones políticas se compran y se venden al mejor postor, como si fueran un equipo de pelota o de basquetbol, llevando a la gente a creer cada vez menos en ellos, siendo esto una aberración para una democracia donde se supone que uno de sus principales cimientos son los partidos. Esto implica que los principios y valores de estos pilares quedan muchas veces subordinados a los intereses de aquellos que tienen el poder económico para adquirirlos. En lugar de representar las aspiraciones y necesidades de la sociedad en su conjunto, el partido puede convertirse en un instrumento para promover los intereses personales o empresariales del comprador.
Esto ha llevado a que hoy en día tengamos una gran crisis de confianza hacia estas agrupaciones, más del 75% de los ciudadanos tiene poca o ninguna confianza en sus partidos. Se ha generado una crisis de identidad porque hoy los ciudadanos perciben que todos son iguales, tenemos crisis de ideas, mucho marketing y poca política, una crisis de representatividad ya que la mayoría de los partidos se han olvidado de cómo relacionarse con los ciudadanos fuera del periodo electoral.
Las organizaciones políticas partidistas deben estar al servicio del pueblo y ser incubadoras de buenos lideres y buenos políticos para el bien de la sociedad, su existencia y funcionamiento adecuado son fundamentales para garantizar un sistema fuerte, pero la compra y venta por dinero como si fueran corporaciones puede dañar seriamente un sistema democrático con todas las consecuencias que podría significar. Esto socava la representatividad, fomenta la corrupción y el clientelismo, y genera desigualdad en la competencia política. Es fundamental promover la transparencia, la rendición de cuentas y la regulación adecuada para prevenir estos problemas y proteger la integridad, la pluralidad, la representatividad y la gobernabilidad de la democracia.
Los partidos deben reinventarse. Que no se escuche más la frase: “Te compro tu partido”.