Colaboración: Yasson Reyes
El traslado de la tradicional juramentación presidencial del Congreso Nacional al Teatro Nacional ha desatado un torbellino de críticas en la República Dominicana.
La decisión de Luis Abinader de realizar el acto solemne en un escenario artístico en lugar del Salón de la Asamblea Nacional, habitual sede de la ceremonia, ha generado debate sobre el respeto a la tradición y el impacto en la solemnidad del evento.
El 16 de agosto, la República Dominicana conmemora una fecha de gran peso y valor histórico que refleja el sentir patriótico de los dominicanos. Este día marca tanto la toma de posesión de un nuevo presidente, que asume el rumbo del país, como el Día de la Restauración, que celebra la recuperación de la independencia en 1863. Ambos eventos simbolizan los valores patrios y democráticos de la nación.
Ceremonia tradicional
Tradicionalmente, la juramentación presidencial en la República Dominicana se ha llevado a cabo en el Senado, específicamente en el Salón de la Asamblea Nacional. Esta ceremonia formal y solemne simboliza el compromiso con la Constitución y refleja el profundo sentimiento patriótico y el respeto por los valores democráticos del país. Sin embargo, para la toma de posesión del segundo mandato del presidente Luis Abinader y la vicepresidenta Raquel Peña, la sede de la ceremonia oficial se trasladó al Teatro Nacional.
Este cambio ha generado polémica, ya que es solo la segunda vez en la historia que la juramentación se realiza fuera del Salón de la Asamblea Nacional, recordando el caso de 1963 cuando el expresidente Juan Bosch fue juramentado en el Palacio Nacional.
Motivos del cambio
En la semana previa a la investidura, el presidente Abinader explicó que la decisión se debió a las limitaciones de espacio en el Salón de la Asamblea Nacional. “Parece que vamos a tener un récord de personalidades, expresidentes y otros invitados, y hay una limitante importante en la Asamblea Nacional. Solucionados los temas legales, lo haremos en el Teatro Nacional para mayor comodidad,” indicó Abinader.
Reacciones al cambio
Trajano Vidal Potentini, presidente del Colegio de Abogados de la República Dominicana, calificó el cambio de sede como preocupante y sin precedentes.
“Es preocupante que se utilice el Teatro Nacional para un acto solemne como la toma de juramento del presidente y vicepresidente, cuando el reglamento establece que la sede debería ser el Congreso Nacional,” expresó Potentini.
Por otro lado, el presidente del Senado, Ricardo de los Santos, argumentó que no se está violando la Constitución, ya que el artículo 127 establece que, aunque se cambie de sede, la juramentación seguirá realizándose frente a la Asamblea Nacional.
“Nos ocuparemos de que la juramentación quede bien. La solicitud se basa en la necesidad de acomodar a muchos invitados internacionales. Debemos continuar el ritmo de crecimiento y liderazgo de la República Dominicana,” dijo De los Santos.
Opiniones posteriores
Después de la investidura, los debates sobre el cambio de sede continúan. La diputada Selinée Méndez, del partido Fuerza del Pueblo, expresó su descontento con el traslado, considerándolo inapropiado para un evento de tal magnitud institucional.
“Me sentí en una entrega de premios más que en la juramentación de un presidente,” señaló Méndez, destacando que el cambio de escenario restó seriedad y solemnidad al acto, que debió resaltar el papel del Congreso como la sede natural de la democracia dominicana.
Asimismo, Maritza Hernández, exministra de Trabajo del PLD, criticó al presidente Abinader por trasladar la ceremonia al Teatro Nacional, afirmando que el acto debió llevarse a cabo en la Asamblea Nacional.
“Es incoherente evidenciar la debilidad del Poder Legislativo llevando la juramentación a un escenario artístico, donde parece que el presidente se muestra como un actor,” expresó Hernández.
A pesar de las críticas a favor y en contra, el presidente Abinader y su camada de congresistas llevaron a cabo el evento tal como lo habían planificado. La ceremonia, realizada en el espléndido Teatro Nacional, se destacó por su espectáculo de luces y elegancia, marcando un contraste notable con la tradicional sede del Congreso Nacional. Al final, el evento brilló con un resplandor que reflejó la magnitud del nuevo escenario.