Madrid.- El jefe de Servicio de Cirugía General y Aparato Digestivo, del Hospital Ruber Internacional, César Canales Bedoya, ha destacado la importancia del diagnóstico precoz en el cáncer de tiroides, al tiempo que ha indicado que la tasa de supervivencia para estos tumores supera el 90 por ciento a los cinco años si se tratan en sus etapas iniciales.
"Además, cuando son operados por cirujanos expertos, las secuelas quirúrgicas suelen ser mínimas, lo que contribuye a la calidad de vida del paciente", ha añadido Canales.
El cáncer de tiroides es una patología cada vez más común que afecta a un porcentaje significativo de la población. Los nódulos tiroideos, que pueden ser benignos o malignos, se encuentran presentes en hasta el 68 por ciento de las personas, aunque sólo un 4-5 por ciento de estos nódulos resulta ser maligno.
En España, durante el año 2023, se diagnosticaron aproximadamente 6,400 nuevos casos de cáncer de tiroides, con una mayor prevalencia en las mujeres. Aunque el aumento de su incidencia ha sido notable en los últimos años, los avances en su diagnóstico y tratamiento han permitido una mejora en los índices de supervivencia, destaca el experto.
Canales describe que el cáncer de tiroides puede presentarse en diferentes formas, siendo las más frecuentes el carcinoma papilar y el carcinoma folicular. Estos tipos de tumores generalmente tienen un muy buen pronóstico cuando se detectan a tiempo.
ETAPAS INICIALES
Según el cirujano, existen varias etapas iniciales que se deben seguir cuando se sospecha de la presencia de un nódulo tiroideo maligno. La primera de ellas es la detección de síntomas: el primer paso es estar atento a la aparición de ciertos síntomas como una tumoración en la parte anterior del cuello, ronquera, dificultad para tragar o respirar. Ante cualquiera de estos signos, es necesario acudir de inmediato a un especialista en cirugía de cuello para una evaluación clínica.
La segunda etapa es la evaluación clínica y pruebas diagnósticas: el cirujano especializado realizará una valoración clínica detallada y solicitará pruebas analíticas y complementarias. Entre estas pruebas se incluyen la ecografía, tomografía computarizada (CT), y, en algunos casos, una biopsia. Estas pruebas permiten determinar la causa de la tumoración, el tamaño del nódulo, su grado de extensión y si es necesario un tratamiento inmediato.
La tercera etapa es la evaluación del tumor: para los casos de cáncer de tiroides, la ecografía y en algunos casos el escáner CT son esenciales para medir el tamaño del tumor y sus características. También ayudan a determinar si el cáncer se ha diseminado a otras áreas, lo que permite al equipo médico planificar el tratamiento más adecuado.
OPCIONES DE TRATAMIENTO
El tratamiento del cáncer de tiroides depende de la agresividad, del tamaño del tumor y su extensión. Canales señala que, en los casos de tumores pequeños o micropapilares (de menos de 1 cm), la observación puede ser suficiente, especialmente si el tumor no muestra signos de agresividad. Sin embargo, cuando el tumor es más grande o se ha diseminado a otras áreas, se requieren procedimientos quirúrgicos más complejos.
Así, en algunos casos, se realiza una lobectomía, que consiste en la extirpación de uno de los lóbulos de la glándula tiroides. Este tratamiento es común en tumores localizados que no han afectado otras áreas del tiroides.
Para los tumores más grandes o aquellos que han mostrado signos de diseminación, se realiza una tiroidectomía total, que implica la extirpación completa de la glándula tiroides. En algunos casos, si los ganglios linfáticos están afectados, también se realiza una linfadenectomía, que es la extirpación de los ganglios cercanos.
Canales advierte que, a medida que el tratamiento se vuelve más agresivo, las complicaciones y las secuelas pueden ser mayores. No obstante, destaca la importancia del diagnóstico precoz de la enfermedad, de un equipo quirúrgico experto para minimizar estas complicaciones y asegurar los mejores resultados posibles para el paciente.
Europa Press