Santo domingo, RD.- En una jornada maratónica y con escaso debate, la Cámara de Diputados aprobó este martes dos nuevos préstamos internacionales por un total de US$520 millones. Estas aprobaciones ocurrieron minutos después de que la mayoría oficialista aprobara, en una declaratoria de urgencia, el Proyecto de Ley del Presupuesto General del Estado para 2025, que incluye un alarmante endeudamiento proyectado de RD$350,990,390,000.
La velocidad con la que se dio luz verde a estos compromisos financieros, sumados a los US$445 millones adicionales enviados a estudio de comisión, pone sobre la mesa preocupaciones sobre la sostenibilidad fiscal del país y la falta de transparencia en el uso de los recursos.
Préstamos aprobados: ¿necesidad o improvisación?
Los fondos aprobados se destinarán a dos iniciativas principales:
1. El Monorriel de Santiago: Un proyecto de transporte masivo gestionado por el Fideicomiso para el Desarrollo del Sistema de Transporte Masivo (Fitram), financiado a través de un acuerdo con BNP Paribas y Citibank Europe PLC.
2. Gestión de Residuos Sólidos: Implementado por el Ministerio de Medio Ambiente, este programa busca mejorar el manejo de residuos sólidos en Santo Domingo con fondos provenientes del Instituto de Crédito Oficial del Reino de España.
Aunque ambas iniciativas son relevantes para el desarrollo del país, persiste la inquietud de si los beneficios superan los costos de seguir aumentando la deuda pública, especialmente en un contexto donde la ejecución de proyectos anteriores ha sido cuestionada por su falta de transparencia y retrasos.
Críticas al ritmo del endeudamiento
El proyecto de presupuesto para 2025, que prevé un endeudamiento récord, ya había generado críticas de los partidos de oposición y expertos económicos. Estos señalan que el gobierno del presidente Luis Abinader continúa priorizando el financiamiento externo como solución a problemas estructurales, sin abordar de manera efectiva la generación de ingresos propios ni la reducción del gasto público ineficiente.
El economista Ernesto Selman advirtió recientemente que el ritmo actual de endeudamiento coloca al país en una posición de vulnerabilidad ante posibles shocks externos, como un aumento en las tasas de interés internacionales o fluctuaciones en los mercados financieros.
Los préstamos enviados a comisión: un alivio temporal
Entre los acuerdos enviados a estudio, destaca uno por US$400 millones con el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) para apoyar políticas de desarrollo sostenible, y otro de US$45 millones con la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) para mejorar la gestión de residuos sólidos. Aunque su evaluación en comisión ofrece un respiro momentáneo, la experiencia pasada sugiere que su aprobación es cuestión de tiempo dada la mayoría legislativa oficialista.
¿Dónde queda el control del endeudamiento?
Con estas decisiones, el Congreso parece haber abandonado su rol como contrapeso del Ejecutivo, actuando como un sello automático para compromisos financieros que afectan a las futuras generaciones. El manejo de la deuda pública dominicana, que ya supera el 60% del PIB, requiere una planificación más estratégica y menos dependiente de créditos externos.
La falta de un debate público sobre las prioridades de gasto y la eficacia en la ejecución de los proyectos financiados con estos recursos deja a la ciudadanía con más preguntas que respuestas. ¿Es realmente necesario seguir endeudándose a este ritmo? ¿Están los proyectos cumpliendo con sus objetivos y generando el impacto prometido?
Advertencias al futuro económico
La política de endeudamiento del gobierno actual podría dejar un legado de obras sin concluir y un peso financiero difícil de gestionar para administraciones futuras. En este contexto, resulta imperativo que tanto el Ejecutivo como el Legislativo reconsideren su enfoque, priorizando la transparencia y la sostenibilidad en la gestión de los recursos públicos.
La deuda es, sin duda, una herramienta útil para el desarrollo, pero solo cuando se maneja con responsabilidad y visión a largo plazo. La República Dominicana enfrenta un momento crucial para decidir si seguirá apostando al endeudamiento o buscará un modelo de crecimiento más equilibrado y autosostenible.