El ántrax, también llamado carbunco, es una de estas enfermedades infecciosas, causada concretamente por la bacteria Bacillus anthracis. A pesar de ser poco común, sus síntomas son graves y tiene una alta tasa de mortalidad en caso de no ser tratado.
Las bacterias causantes del ántrax son formadoras de esporas, unas estructuras muy resistentes que les permiten sobrevivir en el medio ambiente durante largos periodos de tiempo. Se trata de una bacteria zoonótica, es decir, que se puede transmitir de animales a personas. En este caso, sus hospedadores naturales son los rumiantes de ganadería como las vacas, ovejas y cabras, y también algunos animales de caza.
Los humanos se pueden infectar a través del contacto directo con el animal enfermo o de productos provenientes de un animal infectado. Una vez que estas esporas se ingieren, inhalan o ingresan al cuerpo a través de cortes en la piel, pueden multiplicarse y producir unas toxinas sumamente potentes. El contagio no se da entre personas y, por tanto, la prevención de la enfermedad en animales significará también la protección indirecta de la salud humana.
Tras el contagio, las bacterias formarán colonias dentro de un periodo que varía de unas pocas horas hasta las tres semanas y la enfermedad se manifestará en una de las siguientes tres formas según cómo haya sido la exposición:
Aunque el ántrax pulmonar es el más grave de los tres tipos conocidos, la forma más común suele ser la cutánea debido a la manipulación de animales o partes de estos. No obstante, el ántrax también se puede contraer mediante la inyección con una jeringuilla infectada, identificado principalmente en consumidores de sustancias ilegales. En este caso los síntomas son parecidos a los del ántrax cutáneo, pero podría existir una infección profunda debajo de la piel o en el músculo.
Existen varios métodos y pruebas médicas para diagnosticar el ántrax, que requerirá de hospitalización en todos los casos humanos confirmados. El tratamiento más eficaz para esta enfermedad son los antibióticos, en concreto la penicilina, que reducen exponencialmente la tasa de mortalidad por debajo del 1%.
Las personas expuestas también pueden recibir tratamiento profiláctico para prevenir la aparición de la enfermedad. Otra forma de prevención son las vacunas, que están disponibles tanto para el ganado como para los humanos de forma limitada a aquellas personas que por su ocupación podrían estar expuestas a la bacteria de forma habitual.