Redacción.- El Real Madrid es el Real Madrid. Ni se le puede dar por muerto ni mucho menos enterrado. Le queda el Santiago Bernabéu, con su magia y leyenda, para agarrarse al milagro y seguir pensando en las semifinales de la UEFA Champions League… Pero su ridículo en Londres fue de época.
Fue goleado, apaleado, humillado y arrodillado, sin excusa posible por un Arsenal que le metió un 3-0 tan inapelable como escaso. Y es que de no ser por Courtois, la paliza pudo haber sido histórica.
Esperando a Kylian Mbappé se multiplicó Thibaut Courtois para mantener mínimamente viva la esperanza de este Real Madrid que enlazó su tercer partido sin ganar, su segunda derrota consecutiva y si la encajada el sábado frente al Valencia le puede costar cara en LaLiga, la padecida en el Emirates le deja contra las cuerdas.
Un Arsenal hambriento, feroz y majestuoso le pasó por encima y ni el empate sin goles con que acabó la primera mitad varió los planes de Mikel Arteta, que le dio un soberano repaso a Carlo Ancelotti, incapaz de reaccionar a la vista de la nula aportación de varios de sus jugadores, que cobrando salarios galácticos parecieron juveniles sobrepasados por la presión. Cuando no pasotas, que es peor.
Courtois, sobresaliente, evitó el 1-0 al borde del descanso con dos rechaces continuados pero en la segunda mitad, cuando sus compañeros habían ya dimitido y David Raya era poco menos que un espectador, tuvo que multiplicarse sin tener ni la fortuna ni el acierto anterior.
Declan Rice, un muchacho surgido de la academia del Chelsea y que creció hasta hacerse profesional en el West Ham United antes de que el Arsenal pagase por su fichaje cerca de 117 millones de euros para convertirle en el futbolista inglés más caro de la historia, se encargó de meterle el miedo en el cuerpo al Madrid y colocarle contra las cuerdas.
A balón parado, de falta, en los minutos 58 y 70. Majestuoso el primero y soberbio el segundo para arrodillar a un Madrid que ni se había acercado al área local. Luka Modric, Mbappé, Jude Bellingham, Federico Valverde… ¿Qué decir de Vinícius Júnior y Rodrygo, que pasaron como fantasmas por el partido? Un equipo mudo y sordo, sin nada qué decir y menos que comprender, destruido cuando Mikel Merino le metió el tercero, para desespero de Courtois mientras sus dimitidos compañeros miraban a ningún lado.
El Bernabéu dictará sentencia. Nunca, jamás, se puede dar al Madrid por muerto y menos aún en Champions League, su campeonato fetiche. Por algo es el Rey absoluto del torneo…
Jordi Blanco/ESPN Digital