Santo Domingo.- Habían pasado 5 años desde la última presentación de Luis Miguel en República Dominicana.
Para los fanáticos eso es casi una “eternidad”, por lo que no quisieron darse el lujo de perderse esta nueva visita, y dejaron en el pasado la molestia por la posposición del mismo, e hicieron borrón y cuenta nueva, para mostrarse “incondicionales” hacia el artista.
Lo antes mencionado, fue recompensado por el “Sol de México” con un concierto sin desperdicios, donde sus rayos de luz iluminaron la escena, dedicándose a lo único que le interesaba que sus seguidores escucharan salir de su boca: la interpretación de cada una de sus canciones, que resultó ser un repertorio de 32 temas.
A las 8:10 de la noche las luces se apagaron, las pantallas proyectaban el nacimiento de un nuevo amanecer, y el público estaba eufórico. Pero no fue hasta 30 minutos después que el artista de 53 años emergió desde las entrañas del escenario vestido con una gran sonrisa y su característico traje negro.
El recorrido por sus mejores éxitos inició con Será que no me amas, siguiéndole así: Amor, Suave, Culpable o no, Te necesito, Hasta que me olvides y Dame, despertando recuerdos y elevando el nivel de romanticismo no solo en las damas, también en los caballeros, quienes con un gran sentimiento y a todo pulmón coreaban los temas.
Luis Miguel, demostró que es un artista único y que su voz sigue intacta con el pasar de los años.
Impecable, sonriente y mostrando sus clásicos golpes de pelvis, así se le vio al ganador de múltiples premios, quien logró sin decir “ni pío” tener un conexión con el público, solo con su mirada y una gran sonrisa.
Aunque su discografía es bastante extensa, en este inicio del Tour 2024, que lo llevará por toda Latinoamérica, Estados Unidos y España; “Luismi” cantó casi todas las canciones que el público nunca olvidará, y que lo convirtieron en la gran estrella de la música que es, logrando evitar que el recital tuviera un momento de “baja” y que el auditorio tomara asiento.
El derroche de romanticismo continuó con Por debajo de la mesa, No sé tú, Como yo te amé, Somos novios, La media vuelta, Un hombre busca una mujer, y una de las favoritas La Incondicional, eso aunado con la calidad de su voz, sus letras y dominio completo en el escenario.
“A su México lindo”
No pudo faltar el homenaje a su México lindo. La bandera del tercer país más grande de América Latina ondeaba en las pantallas con el aplauso de los asistentes, y las hermosas melodías provenientes de los instrumentos de los mariachis, hechizando así al público y dándole la oportunidad a Luis Miguel de tomar un brevísimo descanso mientras hacía un cambio de vestuario.
De regreso al escenario, con un vestuario más cómodo, el artista se unió a la orquesta mariachi e interpretó una de las canciones más esperadas: “La bikina”, en cuyo final fueron disparados unos cañones de confeti que en su expulsión formaron la bandera de México.
Una tras otra, tras otra, llegaban sin descanso, ni siquiera para tomar agua.
Se acercaba el final, y con Cuando calienta el sol, realizó una falsa despedida, en la que con sus ademanes agradeció al público, le dio una mirada al auditorio abarrotado de personas con una gran sonrisa y con cara de “no lo puedo creer, como si fuera su primer concierto.
Salió de escena, y regresó en medio de los gritos de “otra, otra, otra…” a interpretar el clásico Cucurrucucú Paloma para cerrar con broche de oro su presentación a las 10:34 de la noche, y es que “lo bueno no dura para siempre, dura lo suficiente para ser inolvidable” reza una frase.