Leonardo Gil / Politólogo
La clase política en la Republica Dominicana está padeciendo de un “síndrome de travestismo” y es sorprendente la facilidad con la que muchos se cambian el color de la camiseta sin ningún reparo sólo por conveniencia personal.
En la política los principios tienen que estar por encima de los intereses personales, porque cuando los intereses personales están por encima de los principios entonces ya no es política.
El transfuguismo es un fenómeno que está afectando sensiblemente nuestro sistema de partidos políticos. Entre otras cosas, se refiere al acto de cambiar de partido después de haber sido elegido o designado como representante de uno en particular.
Este comportamiento ha sido objeto de críticas y controversias, ya que socava la confianza en el sistema democrático y debilita la estabilidad política.
Este mal tiene consecuencias negativas tanto para las fuerzas políticas como para los ciudadanos. En primer lugar, este fenómeno genera desconfianza y descontento entre los votantes, ya que los representantes electos no cumplen con las expectativas y promesas que hicieron durante la campaña electoral. Esto lleva a una pérdida de credibilidad en el sistema político y dificulta la construcción de una sociedad democrática sólida.
Además, debilita la cohesión interna de las organizaciones políticas. Cuando un representante electo cambia de partido, puede generar divisiones y conflictos internos, lo que afecta la capacidad de estos para tomar decisiones y desarrollar una agenda coherente. Esto resulta en una falta de estabilidad social y dificulta la implementación de políticas públicas efectivas.
Otro problema asociado al transfuguismo es la falta de rendición de cuentas. Cuando un representante cambia de partido, puede evadir la responsabilidad de sus acciones anteriores y el cumplimiento de las promesas hechas a los ciudadanos. Esto crea un ambiente de impunidad y corrupción, ya que los representantes pueden actuar sin consecuencias reales.
Para abordar este problema, es necesario fortalecer la institucionalidad democrática y promover la transparencia en el sistema político. Es fundamental establecer mecanismos reales que sancionen el transfuguismo y fomenten la responsabilidad de los representantes electos. Se puede debatir la posibilidad de que los tránsfugas pierdan sus escaños en el Congreso Nacional y los Ayuntamientos y que sus cargos queden en mano de los partidos que los postularon.
Asimismo, se debe promover la participación ciudadana y la educación política para que los votantes estén informados y puedan tomar decisiones conscientes en el momento de votar.
Definitivamente en este sistema político de “travesti” cualquier ángel se convierte en demonio si lo persuaden con los pecados correctos. Estos actos fracturan la democracia, afectan negativamente la confianza de la gente, la estabilidad partidaria, la participación ciudadana y la calidad de la representación política.
Es necesario fortalecer la ética política, promover la transparencia en el financiamiento de los partidos, fomentar una cultura basada en principios y valores sólidos, fortalecer la institucionalidad democrática y promover la participación ciudadana activa.
En pocas palabras, el transfuguismo fractura la democracia.