Por: Ronny Miguel Lebrón Flete.
Durante varias décadas, en República Dominicana se ha cernido una oscura nube de estadísticas fatales que involucran mujeres, en ocasiones esposas, en otras ex-concubinas de sus verdugos, dándose en gran parte de los casos de los atentados una doble implicación, la de homicidio de la víctima, y el posterior suicidio del agresor.
En gran proporción de los casos, las víctimas han interpuesto denuncias sobre sus agresores, ante episodios de violencia en el pasado, pero ahí es que se complica el asunto, ya que tras la emisión de una orden de alejamiento se generan situaciones de tensión, puesto que tienen vínculos afectivos, económicos y paternales que los obligan a la interacción constante.
En decenas de casos, los medios de comunicación han informado que las víctimas convertidas en occisas, previamente habían buscado ayuda ante la Procuraduría General de la Republica, Ministerio Público, así como ante la Policía Nacional, pero sobre los agresores no recayó ninguna sanción ejemplarizante, acción re-educativa o que los lleve a la transformación del pensamiento sobre el manejo de la ira.
¿Por qué ha crecido la tasa de feminicidios en las 2 últimas décadas?
Estadísticas muestran que en las tres últimas décadas, creció la cantidad de mujeres que se insertaron al sector laboral, económico y productivo del país, lo que a todas luces rompió con los parámetros socialmente preestablecidos, aquel que tácitamente daba la “última palabra” en la toma de decisiones, lo que hizo que se fragmente la lógica de actuación en la convivencia marital.
Además del aumento desproporcionado de las actitudes relacionadas con ese absurdo e intolerante sentido de pertenencia, lo que se agravó al seguir siendo este el sostén económico de un hogar del cual ya él no es la cabeza, tras el divorcio de los cuales ya su ex concubina contrajo matrimonio con otra pareja.
¡Es una realidad fatídica que ha llenado de luto a miles de familias!
Se necesitan acciones frontales para cambiar esta triste y dolorosa realidad.