Santo Domingo.- Condiciones inhumanas y deficiencias persisten en los 41 centros penitenciarios de República Dominicana, la cual albergan 26,076 privados de libertad habilitados en celdas húmedas, sin ventilación adecuada, en hacinamiento, falta de medicamentos y alimentación.
Esto, según el “Informe de las condiciones de detención y prisión 2023”, realizado y presentado por la Oficina Nacional de Defensa Pública, donde se refleja la falta de infraestructuras y condiciones desiguales entre los centros de gestión tradicional y los del nuevo modelo.
Los cuales, fueron unificados mediante la nueva Ley 113-21, que establece la protección de la integridad y dignidad de las personas privadas de libertad.
En el informe se indica la situación alarmante en algunos recintos, sus infraestructuras están a punto de colapsar y otros con hacinamientos y sobrepoblación “espantoso”, en especial en el Centro de Corrección y Rehabilitación de La Victoria, que aloja a 7,093 privados, y que fue diseñada y construida para 2,000.
También en algunos recintos se encontró a 74 privados de libertad que cohabitan en una sola celda, otros duermen en el piso, sin colchones, teniendo que acudir a improvisar construcción de alojamiento con materiales flexible a los cambios climáticos, como cartón, tela, entre otros medios de supervivencia.
Algunos privados de libertad duermen en camarotes donde les cae agua encima por las filtraciones que tienen algunos centros.
Los recintos penitenciarios reflejan unas series de deficiencias médicas, como la falta de personal médico suficiente y equipamiento adecuado, que afecta a los privados de libertad con condiciones crónicas por sus problemas de salud.
Un total de 1,569 privados de libertad sufre de hipertensión, 726 de diabetes y 503 que padecen enfermedades mentales, quienes enfrentan dificultades para acceder a tratamientos adecuados y medicamentos esenciales.
El documento se indica que 333 sufren de asma, 264 de afecciones de la piel, 157 de tuberculosis, 431 padecen VIH sida. Esta última cifra llama a reflexionar sobre lo permisivos que son los centros tradicionales para permitir el ingreso de trabajadoras sexuales.
En la mayoría de los centros se encontraron un gran cúmulo de basura, que con el hedor que emite, se disipan por el lugar, contaminando el medio ambiente, que afecta la salud de los internos.
Así hay también pozos sépticos al descubierto y aguas negras circulan frecuentemente, lo que produce mosquitos u otras alimañas.
Otros males
—1— Discapacidad
Privados de libertad que no pueden valerse por sí mismo y deben ser asistidos por otros para ir al baño.
—2— Cambio
Internos con enfermedades en fase terminal requieren un cambio de régimen de cumplimiento de pena; muchos son adultos mayores.
Teresa Casado/El Día