Nueva York, NY, EE.UU.- Jake Paul, una de las figuras más polémicas del entretenimiento digital, ha dado el salto definitivo al deporte con un triunfo que acaparó titulares en todo el mundo. El joven de 27 años derrotó al legendario Mike Tyson, de 57, en un combate celebrado en Arlington, Texas, frente a más de 72,000 espectadores y millones de usuarios conectados a través de Netflix, que transmitió la pelea en vivo. La victoria, por decisión unánime, marca un hito en la controvertida carrera de Paul, quien ha transformado su fama como influencer en una máquina de generar dinero y espectáculo.
Desde sus inicios en el Webside Vine en 2013, Jake Paul construyó un imperio digital con videos virales y contenido polémico que lo catapultaron a la fama. Más tarde migró a YouTube, donde amplió su audiencia con bromas pesadas, desafíos extremos y música, aunque también enfrentó severas críticas por su comportamiento, como incendiar muebles en la piscina de su mansión en Los Ángeles. Pero cuando la atención mediática parecía estar en su contra, Paul encontró una nueva forma de reinventarse: el boxeo.
El ascenso al ring
Jake Paul debutó en el boxeo en 2018, inicialmente como parte de eventos de celebridades, un formato que mezclaba entretenimiento y deporte. Su primera aparición fue en una cartelera encabezada por su hermano, Logan Paul, contra el influencer inglés KSI. Aunque fue criticado por los puristas del boxeo, el evento vendió más de 1.3 millones de pases de pago por visión, consolidando el modelo de negocio que Jake Paul explotaría en los años siguientes.
En 2020, Paul debutó como boxeador profesional y, desde entonces, ha cosechado un récord de 11 victorias en 12 peleas, enfrentándose a figuras como Tommy Fury y Anderson Silva. Aunque sus detractores cuestionan la calidad de sus rivales, su impacto en términos de marketing y atracción de público no tiene precedentes en el deporte.
“Está logrando algo que muchos boxeadores profesionales no logran en sus inicios: atraer audiencias masivas”, afirmó Shawn Porter, excampeón mundial y analista de boxeo. “Su nivel de exposición es algo que la mayoría de los atletas olímpicos desearían tener”.
El espectáculo como negocio
La pelea contra Mike Tyson fue la cúspide de su estrategia mediática. A pesar de la diferencia de edades y de que Tyson está lejos de su apogeo como boxeador, la promoción del evento fue monumental. Netflix, que debutaba como plataforma de transmisiones en vivo para deportes, invirtió millones en publicidad, y Jake Paul contribuyó al espectáculo con conferencias de prensa llenas de provocaciones y apariciones excéntricas, como su llegada a un entrenamiento con un tocado de plumas en forma de gallo.
“Me encanta que la gente me odie. Soy fácil de odiar, y hago cosas intencionalmente para que lo hagan”, confesó Paul tras su victoria. “Eso es lo que hace que el entretenimiento funcione, y yo sé cómo jugar ese juego”.
Además de su éxito deportivo, Jake Paul ha sabido aprovechar su influencia en redes sociales, donde suma 27 millones de seguidores en Instagram y 20 millones en YouTube, para cerrar lucrativos acuerdos publicitarios. Según estimaciones, su patrimonio asciende a 80 millones de dólares, cifra impulsada por sus eventos de pago por visión, sus marcas personales y su incursión en bienes raíces, incluida una mansión en Puerto Rico valorada en 16 millones de dólares.
Un fenómeno polarizador
A pesar de su éxito, Jake Paul sigue siendo una figura controvertida. Para algunos, es un estratega visionario que ha revolucionado la forma de consumir deportes. Para otros, es un intruso en el boxeo tradicional, que se ha valido más de su fama que de su talento. Sin embargo, su capacidad para generar titulares y atraer audiencias no deja dudas sobre su impacto en la cultura popular.
Con su victoria sobre Tyson, Paul no solo aseguró un lugar en la historia del entretenimiento deportivo, sino que también demostró que el boxeo, en la era digital, puede ser tanto un deporte como un espectáculo.