Naciones Unidas, (EFE).- La crisis de Venezuela se coló a duras penas en la próxima semana de Alto Nivel de Naciones Unidas, un síntoma más de cómo la desunión latinoamericana y las rivalidades internacionales se conjugan para impedir que se aborde la cuestión venezolana con una sola voz.
Ha tenido que ser Estados Unidos el que organice el único evento sobre Venezuela de nivel ministerial el próximo jueves: el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, patrocina este encuentro, según confirmaron a EFE fuentes diplomáticas estadounidenses, después de que fracasara otro que tenía previsto organizar Chile.
Está por verse si el “frente progresista” de Colombia, México y Brasil se suma a este evento junto a Estados Unidos, dado que estos tres países, aun mostrando sus diferencias con el Gobierno de Nicolás Maduro, no han llegado tan lejos como Washington, que ha reconocido a Edmundo González Urrutia como ganador de las elecciones del 28 de julio y ha aplicado sanciones contra 16 altos funcionarios del Gobierno de Maduro.
La semana de Alto Nivel de la ONU es la gran cita de la diplomacia mundial, y ocasión única para tratar los conflictos más candentes: no es casualidad que se espere en Nueva York a los dirigentes de Israel, Palestina, Líbano, Irán, así como al presidente de Ucrania o al de Sudán, entre los 133 líderes que asistirán.
Sin embargo, el presidente venezolano Nicolas Maduro suele boicotear este evento -ni él ni su canciller tienen previsto hablar este año-, y más en las circunstancias actuales, por lo que depende de otros países promover algún foro donde se trate la crisis en el país caribeño.
Aunque, establecer un orden del día se antoja problemático: ¿Se trata de propiciar una negociación entre las partes o de promover abiertamente la salida de Maduro?
En el Consejo de Seguridad, la crisis de Venezuela mereció una sesión informativa a puerta cerrada el 5 de septiembre, solicitada por Ecuador, cuyo embajador José Javier de la Gasca, reconoció a su término las “divisiones naturales” de los miembros al respecto, ya que Rusia y China se apresuraron a felicitar a Nicolás Maduro por su proclamada victoria en las elecciones y ambos figuran entre sus principales aliados.
Una semana después, más de 50 países firmaron una declaración conjunta que leyeron en la puerta del mismo Consejo para pedir “restablecer las normas democráticas en Venezuela”.
Pese a que la declaración fue leída por el canciller panameño, Javier Martínez-Acha, -desplazado a Nueva York para la ocasión-, fuentes diplomáticas revelaron que EE.UU. fue el impulsor de la declaración.
Llamó la atención entonces que tres de los grandes países latinoamericanos -Colombia, México y Brasil- no la firmaran, como sí lo hicieron España, Chile o Argentina.