En un artículo publicado el 11 de marzo de 1982 en el desaparecido diario El Sol, mi querido colega, ido a destiempo, ingeniero Ramon Arturo Guerrero Valera, y que título: “La mujer campesina es la primera que se levanta y la ultima que se acuesta”, señala que tanto la hija o la esposa del hombre del campo realizan labores domésticas y agrícolas imprescindibles, que, si se calcularan en términos económicos, resultarían de un altísimo valor monetario. Pues, además de las tareas propiamente del hogar, las hembras rurales, se dedican al cultivo de la tierra y a la crianza de los animales.
La responsabilidad de mantener la higiene de la casa, preparar los alimentos de los hombres que se marchan bien temprano, llevando consigo el desayuno en el macuto, y que regresarán al caer el sol, hambrientos, pero sabiendo que los espera un suculento almuerzo, que les suplirá las energías y fuerzas consumidas.
Toca a la mujer campesina, además, la dura pero amorosa función de cuidar la limpieza de los niños y conducirlos a la escuela. La mujer campesina asume estos arduos trabajos a muy temprana edad, siendo aun una niña.
Agraciadamente, en estos tiempos, la tecnología y un relativo desarrollo han llegado a la campiña criolla y parte de los trabajos se ha ido suavizando.
Se recuerda que 50 años atrás, las niñas y adolescentes, cargaban la leña (combustible) del fogón; bajaban al rio a lavar las ropas de todos; buscaban el agua en latas sobre sus tiernas cabezas, para finalmente echarle comida a los cerdos y maíz a las gallinas.
En otra vertiente, la mujer campesina juega un rol psicológico insustituible, amortiguando emocionalmente a todos los miembros de la familia. Ella proporciona el calor de esposa y la protección de madre. Definitivamente, estas variopintas funciones y tareas la obligan a ser la primera que se levante y la ultima que se vaya a la cama.
Como nota curiosa, ahora en 2023, un reconocido restaurante de la Ciudad Colonial en Santo Domingo viene efectuando un evento que llaman Noches Especiales, que consiste en rendir homenaje a las mujeres agricultoras dominicanas.
Esa noche especial, ellas traen los productos agrícolas que cultivan en sus predios y los animales que crían. La última en ser homenajeada fue doña Severa Rodríguez que viene cosechando su propio conuco desde los 10 años.
El famoso chef del restaurante preparó un excelente manjar con la yuca, las habichuelas, la lechuga y los huevos producidos por ella misma, en Jima Jaragua de Higüey.