La recepción empática 

El filósofo chino Chuang-Tzu afirmó que la verdadera empatía requiere escuchar con todo el ser: “Escuchar simplemente con los oídos es una cosa. Escuchar con el entendimiento es otra distinta. Pero escuchar con el alma no se limita a una sola facultad, al oído o al entendimiento. Exige vaciar todas las facultades.

Por: Kilsys Almonte Jiménez

La empatía, según el autor Rosenberg, es una comprensión respetuosa de lo que los demás están experimentando. El filósofo chino Chuang-Tzu afirmó que la verdadera empatía requiere escuchar con todo el ser: “Escuchar simplemente con los oídos es una cosa. Escuchar con el entendimiento es otra distinta. Pero escuchar con el alma no se limita a una sola facultad, al oído o al entendimiento. Exige vaciar todas las facultades. Y cuando las facultades están vacías, es todo el ser el que escucha. Entonces se capta de manera directa aquello que se tiene delante, lo cual jamás podría oírse a través del oído ni comprenderse con la mente”.

Dicho lo anterior, en cada encuentro debemos presentarnos como un lienzo en blanco, como un niño que desconoce el tema y abre sus sentidos a lo que va a escuchar, desprendiéndose de ideas preconcebidas y sin el deseo de preparar, mientras “escucha”, una respuesta para su emisor. No será un camino sencillo; requiere práctica diaria, pues los consejos y opciones propias “lucharán” por surgir. La idea es centrarnos en el mensaje de la persona y en su necesidad de expresarse: “estar presente”.

Iniciar este camino implica no tomar de manera personal un mensaje intimidante y poder ver que, detrás de él, hay seres humanos con necesidades insatisfechas que “gritan” por que les ayudemos a contribuir a su bienestar.

Hay momentos en que estamos del otro lado y nuestro tanque de empatía está vacío. En esos casos, tenemos estas posibles opciones: detenernos, respirar y ofrecernos empatía a nosotros mismos, gritar sin violencia, o retirarnos y dejar la conversación para después.

Estar siempre dispuestos a aprender nos da la oportunidad de absorber del entorno todo lo que este nos quiera “regalar”. Abramos la mente y el corazón a las 24 horas de cada día, lo cual incluye las horas en que dormimos. ¿Cómo? Cuando vamos a dormir, eligiendo programas, lecturas y/o pensamientos que nos aporten crecimiento espiritual, emocional, psicológico, etc. El poder está en nuestras manos.

La empatía comienza por casa, por mi casa interior.

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La empatía comienza por casa, por mi casa interior.