Liderazgo: Liderar con dignidad.

Tu capacidad para inspirar no proviene de la autoridad, sino de tu ejemplo. Así que la pregunta es: ¿estás construyendo a la gente o destruyéndola? Porque el legado de un verdadero líder no se mide en el miedo, sino en las vidas que ha empoderado y cambiado; como lideres tenemos ese poder. Úsalo bien.

  • Keila Pérez
    Keila Pérez
  • sábado 03 mayo, 2025 - 8:12 AM
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Por: Keila Pérez Nin

El liderazgo no se trata de rango ni título, sino de comportamiento. Se trata de cómo tratamos a las personas cuando las cosas no salen según lo planeado. Verán, el verdadero liderazgo honra la dignidad humana. Entiende que detrás de cada rol hay una persona con dificultades, talentos y sueños. Y si, exige responsabilidad a los demás, pero con gracia, no con vergüenza porque cuando lideras con respeto, incluso la corrección puede convertirse en un momento de crecimiento, no de humillación.

Hace años fui testigo de una escena que por desgracia hoy en día es muy común en muchos lugares de trabajo. Imaginen un gerente, frustrado por un pequeño error reprendiendo a un miembro del equipo delante de todos. Las voces se elevan, las miradas se desvían y la tensión se intensifica. El empleado, visiblemente avergonzado, no ofrece defensa alguna, solo una resignación silenciosa. No se trataba de un fallo grave; era algo pequeño, cinco minutos tarde a una reunión. Pero para ese gerente, se convirtió en un escenario para dominar, no para liderar. Y en ese momento, la dignidad humana se cambió por el control.

Esto no es liderazgo. Es intimidación disfrazada de autoridad. Cuando alguien usa su posición para denigrar a otro, especialmente en público, no está imponiendo respeto, lo está envenenando. Los verdaderos líderes no necesitan gritar para ser escuchados ni menospreciar para sentirse importantes.

Cuando lideramos con dignidad, creamos entornos donde las personas no solo sobreviven, sino que prosperan. Inspiras a los demás cuando eliges la empatía sobre el ego. Generas confianza cuando preguntas "¿Qué pasa?" en lugar de juzgar precipitadamente. La inteligencia emocional no es blanda, es fuerte; es saber que tus palabras tienen peso y elegir usarlas con sabiduría; es ser consciente de que tu tono puede desanimar a alguien o darle la valentía para volver a intentarlo.

Debemos rechazar la idea tóxica de que liderar significa es ser el más ruidoso o el más severo cuando las cosas salen mal. Los verdaderos líderes conocen el poder de la fuerza silenciosa, de tomar a alguien aparte y decirle: "He notado que llegaste tarde hoy. ¿Está todo bien?". Ese momento podría revelar más de lo esperado. Y así, el liderazgo se convierte en un puente, no en un muro. El respeto no se gana con el miedo; se gana con la comprensión, se gana liderando con el ejemplo y construyendo confianza y credibilidad

Seamos el tipo de líderes que ven el potencial en las personas, incluso cuando aún no lo ven en sí mismos. Elogiemos con frecuencia y reconozcamos el esfuerzo, no solo los resultados sino, las actitudes y aptitudes. Un simple "gracias" o "te aprecio lo que haces por el equipo" puede transformar el día de alguien. Y cuando las personas se sienten vistas, valoradas y seguras, dan lo mejor de sí mismas, no por obligación, sino porque quieren., cuando confían en su líder los resultados siempre saldrán; en esa cultura es donde se produce el verdadero progreso.

El liderazgo no se trata de qué tan fuerte se oye tu voz ni de cuántas personas dependen de ti. Se trata de cómo tratas a quienes te rodean, especialmente bajo presión. La humillación no tiene poder, ni fuerza, es inseguridad disfrazada.

El verdadero liderazgo es confianza silenciosa. Es tomarse el tiempo para escuchar, comprender y ayudar a alguien a levantarse cuando tropieza. Porque todas las personas merecen ser tratadas con dignidad, sin excepción.

No necesitas un título para liderar, necesitas corazón. Cuando lideras con empatía, cuando hablas con amabilidad, cuando reconoces el esfuerzo de alguien en lugar de señalar cada defecto, te conviertes en el tipo de líder que las empresas y este mundo necesita desesperadamente. Tu capacidad para inspirar no proviene de la autoridad, sino de tu ejemplo. Así que la pregunta es: ¿estás construyendo a la gente o destruyéndola? Porque el legado de un verdadero líder no se mide en el miedo, sino en las vidas que ha empoderado y cambiado; como lideres tenemos ese poder. Úsalo bien.