Azua, R.D.- Los productores agrícolas de la comunidad Hato Nuevo Cortés, en Azua, han visto cómo sus tierras han sido inundadas por el llenado de la presa de Monte Grande, una megaobra, que fue inaugurado su embalse en enero de este año que, en lugar de beneficiarles, ha afectado gravemente su sustento. Los agricultores, cuyos terrenos han sido anegados por el embalse, piden una compensación adecuada por sus parcelas.
La presa de Monte Grande, cuya construcción lleva mas de una década y cerca de 700 millones de dólares, fue celebrada como un proyecto clave para el desarrollo agrícola y la prevención de inundaciones en la región del río Yaque del Sur. Sin embargo, para los residentes de Hato Nuevo Cortés, esta obra representa más una amenaza que una solución, al haber inundado ya terrenos en los parajes de Boca de Mula, Manzanillo y Buey, afectando gravemente los cultivos de la zona.
Impacto en los cultivos y quejas de los productores
Patricio Matos, un agricultor de 56 años, relató cómo él y otros productores no pudieron acceder a sus parcelas debido a la inundación. En su intento de salvar algunos racimos de plátanos, descubrieron que el exceso de agua ya había dañado la cosecha. “El agua no iba a dar problemas”, les dijeron en 2018 los representantes del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi), pero la realidad ha sido diferente: ya proyectan la pérdida de siete viviendas y 3,000 tareas de tierra cultivable.
El Indrhi ha ofrecido pagar 25,000 pesos por tarea, un precio que los agricultores consideran insuficiente. Según sus cálculos, el valor real de cada tarea de tierra en la zona oscila entre 60,000 y 80,000 pesos. “Nos están pagando menos de lo que realmente valen nuestras tierras”, lamenta Matos.
Pedido de intervención presidencial
Dilania Beltré, una productora de 54 años, ha solicitado al presidente Luis Abinader que visite Hato Nuevo Cortés para ver de primera mano los daños que están sufriendo los agricultores. “No tenemos grandes edificaciones, pero somos ricos porque producimos el 80% de lo que consumimos”, señaló.
Los residentes también acusan a las autoridades locales de no brindarles apoyo. Nelson Cordero, otro agricultor afectado, dijo que la comunidad no ha recibido la misma compensación que los residentes de la parte sur de la presa, quienes fueron reubicados en 390 viviendas nuevas y recibieron tierras fértiles. “Nos están ignorando, mientras nuestras tierras desaparecen bajo el agua”, afirmó.
Una solución que preserve la agricultura
Waner Feliz, dirigente de la Junta de Residentes de Hato Nuevo Cortés, sugirió una alternativa: que la agricultura y la pesca puedan coexistir. En lugar de inundar las tierras cultivables, propone que se utilice el agua del embalse para desarrollar la pesca, sin sacrificar la producción agrícola. “Podemos fortalecer ambas actividades si se planifican adecuadamente”, dijo Feliz.
La comunidad agrícola de Hato Nuevo Cortés, fundada hace más de 500 años, enfrenta ahora uno de sus mayores desafíos. Los residentes piden al Gobierno una solución justa que les permita seguir viviendo de la tierra que durante generaciones ha sido su principal fuente de sustento.