Por: Hernán Paredes
En las últimas semanas, la sociedad dominicana se ha visto consternada por la ocurrencia de diversos hechos violentos muy dramáticos, desde hombres que asesinaron brutalmente a sus parejas o exparejas, hasta una madre de 25 años que decide quitarse la vida junto a una hija de 5 años que supuestamente había sido violada por una tía, pero el caso más oscuro y reciente se trata de otra madre (militar y médico ocupacional) que decide decapitar a su hija de 6 años en presencia de su hermanito de apenas 4 años, en unos raros hechos aún por esclarecer.
Ahora bien, nadie amanece un día, de repente, de manera espontánea, con padecimientos mentales, sino que en todos los casos anteriores, y muchos otros más, los afectados mostraron síntomas previos de que algo andaba mal con ellos, algunos incluso buscaron ayuda profesional, pero no la obtuvieron de manera oportuna o adecuada.
Además, los círculos familiares o religiosos de los afectados, a pesar de haber notado cambios de comportamiento significativos, parecen no haberse preocupado lo suficiente como para haber intervenido de manera más apropiada, probablemente porqué en República Dominicana persiste la ignorancia sobre la complejidad de las patologías mentales, peor aún, este es un país donde sugerirle a otro ir a terapia es interpretado muchas veces como ofensivo.
Debemos normalizar ir a terapia, no solo por patologías mentales graves, sino, como sucede en otros países más desarrollados, donde es bastante normal ir al psicólogo debido al rompimiento de una relación amorosa o porque el despido de un trabajo nos produce ansiedad y estrés, por mencionar solo algunas cuestiones que ocurren con mucha frecuencia.
Por otro lado, sigue pendiente el necesario cambio de paradigma en la política de salud, un cambio que debería buscar un abordaje más integral y científico, donde se priorice la prevención y se asignen los recursos presupuestarios adecuados para atender las necesidades de los ciudadanos. El sistema de seguridad social debe revisarse, para facilitar el acceso a la atención y medicación en casos de salud mental.
El sistema educativo debe reorientarse para trabajar mejora la inteligencia emocional de niños, niñas y adolescentes, pues está comprobado científicamente que esta es más importante para tener que éxito y ser feliz que la inteligencia académica.
También, y quizás lo más difícil, sea provocar un cambio de cultura organizacional en los hospitales y otras instituciones públicas del sector, de manera que el personal (que debería estar bien pagado, entrenado y equipado) entienda conceptos básicos y sagrados de servicio al cliente de calidad, pero que también se evalúe verdaderamente el desempeño, dentro del marco de un sistema que permita establecer realmente un Marco Común de Evaluación (CAF).
El CAF constituye una herramienta poderosa para el mejoramiento de la calidad en las Administraciones públicas y, aunque se implementa desde hace años en nuestro país, lo cierto es que, en la gran mayoría de los casos, se ha constituido en un ejercicio teórico (no práctico) de las áreas de planificación dentro instituciones, como mismo pasa hasta con los propios Planes Estratégicos Institucionales (PEI).
Quizás herramientas de la rama de la economía conductual pueda ayudar a cambiar el comportamiento de los actores del sistema de salud.
Así que lo que solo resta ahora, en un ejercicio colectivo de responsabilidad ciudadana, que todos pidamos a las autoridades asumir como una prioridad la salud mental, misma que se ha visto afectada, todavía más, por la pandemia, constituyéndose temas como los encierros colectivos en el mayor experimento social en la historia de nuestra especie, uno cuyos efectos analizaremos por décadas, sin embargo, en nuestro país parece no haber interés del Estado por investigarlo.
Según el estudio denominado “Impacto de la Salud Mental en el Sistema de Salud Dominicano” realizado por IQVIA en alianza con Janssen, la República Dominicana está entre los 10 países con mayor carga en trastornos mentales en el continente. La investigación refleja que cerca del 20 % de la población dominicana padece un trastorno mental, siendo el Trastorno Depresivo Mayor, la ansiedad, el Trastorno Bipolar y la esquizofrenia los más prevalentes.
Podemos concluir diciendo que, en materia de salud mental, la República Dominicana está en cuidados intensivos y no tenemos otra alternativa que no sea tratar de salvar al paciente.