Por José Alberto Selmo
Con asombro en el día de ayer vimos cómo plataformas que nos acompañan en nuestro
diario vivir nos abandonaban dejando nuestros dispositivos en búsqueda y búsqueda de
conexión con una fibra sensible de nuestras almas.
Aunque para muchos la tarde les rindió por montón al no tener que someterse al yugo
de las redes sociales y el drenaje automático de tiempo productivo, para otros fue de
tortura ya que forma parte del esquema central de comunicación tanto familiar como
laboral.
Esta vez no se trató de que el cajero del banco cuando llegó tu turno en la fila dijo se
cayó el sistema, no. Se trata de Mark Elliot Zuckerberg, presidente de las más
influyentes empresas de telecomunicaciones digitales del mundo, y que ayer en un tuit
sencillo le tocaba anunciar que ya estaban de regreso y que disculparan la falla. Falla
que según Forbes le costó por encima de los 5.9 millones de dólares.
Esto como el mismísimo 2020, año de pandemia recluidos todos en casa, nos debe
enseñar y volver a enseñar que todo es vulnerable, todo es posible. Y que vivimos en un
mundo tan real como el que nos tocó. Nos queremos hacer idea que es perfecto y que
todo lo tenemos bajo control cuando no es así. Dejemos que todo fluya, si surge un
problema ese problema se solucionará. Si hay un obstáculo este se diluirá, si existen
lágrimas estas se secarán y cuando esto ocurra el mundo seguirá siendo el mismo
mundo. Todo seguirá su curso.
Por si no lo has pensado desde antes de tu y yo nacer era mundo y seguirá siéndolo
cuando nos llegue la tarde y ya no estemos, así que a vivir con plenitud cada momento
prestando atención a los detalles y sentimientos, a cada sonrisa y asombro.