Por José Alberto Selmo
Este fin de semana como ya sabemos estuvo marcado por la indignación del horrendo asesinato de una joven madre, profesional, hija y amiga, pero sobre todo ciudadana de nuestra querida República Dominicana.
Otra vez la policía está en medio, pero justo al centro del ojo del huracán, ahora un joven agente es quien se confiesa como su ejecutor. A estas alturas las versiones van y vienen, pero el hecho se mantiene.
Prestando atención a los detalles: Un agente de la policía en horas de la noche fuera de servicio persigue a una dama que transitaba en su vehículo. Se observa en un video de una cámara de seguridad que al joven lo acompaña un camión patrulla de la policía en la persecución, camión que no ha sido mencionado a todo esto. Una vez el joven balea a la dama, según cuentan los testigos oculares, en presencia de la patrulla estos no lo detienen, no evitan y peor aún no llevan dignamente a esta mujer al hospital, sino que se observa a otro policía ayudándole a montarla como cerdo, cargada mortalmente herida camino a su nunca jamás.
Mientras las horas pasan más sorprendentes son los detalles, y es que ya no sabemos si dormir o no, si este orden civil armado que está para protegernos nos asesina a la primera oportunidad, si queremos realmente que deje de ser lo que hasta ahora ha demostrado ser. No puedo decir que todos, muchos son diferentes, pero la mayoría debe ser excluidos, desarmados y puestos como ciudadanos comunes porque para ser policía lo primero que se debe tener es don de servicio, de acompañamiento, de ciudadano, de amistad, de cuido.
¿Hasta cuándo señor presidente? Ya no son evangélicos los fallecidos, ahora permeó a la clase alta, el mensaje es claro: a quien sea le dan pa bajo.