Por: Agustín Cortés
En dos de sus acostumbradas intervenciones mediáticas, el aguzado periodista Ramon Colombo abordó un tema que difícilmente esté en la agenda de un comunicador de su estirpe profesional. Mucho menos que sea tan trascendente públicamente en los últimos días como para que él lo trate y exponga a sus acuciosos lectores en más de una ocasión.
El veterano periodista Ramon Colombo, el comunicador de larga y fructífera existencia, tiene pleno conocimiento de que su entrega cotidiana en el periódico Acento es pequeña, pero posee una extraordinaria incidencia en sectores de poder estatal, privado, fácticos y populares de todo el país. En esa síntesis milimétricamente calculada, plantea Colombo con su ávida pluma, los aspectos de mayor trascendencia del palpitar cotidiano del país.
De modo que con solo destacar un hecho en uno de sus famosos Fogaraté, esa escuela humana de buen periodismo le dice a la Nación, y a sus autoridades, hay que poner atención urgente a este caso.
Por eso, cuando Colombo escribió dos entregas en vez de una sobre el fabuloso trabajo que desde el año 1962 empezaron hacer los clubes y ligas en las distintas barriadas de todo el país, le tome la palabra y decidí conversar mediaticamente de clubista a clubista con él. Por si no lo sabían, el famoso Periodista Ramon Colombo debe y agradece parte de su formación intelectual, moral y personal al movimiento clubístico nacional.
Pero no sólo Colombo es fruto de esa brega cotidiana que en los barrios populares durante los años 60, 70, y 80, se llevó a cabo por salvar la juventud de los vicios, la corrupción, y la penetración cultural foránea. Otros miles como él fueron al club del barrio a buscar superación para ellos y sus familias. Esas casas de crecimiento colectivo ayudaban a fomentar en la juventud de la época la necesidad de obtener conocimientos generales de la existencia humana, y por supuesto, impulsaban el ingreso a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) para la obtención de un título profesional que garantizara su subsistencia familiar, y su presencia digna en nuestra sociedad.
Como muchos de los lectores saben por referencias bibliográficas, hemerográficas, o por intercambio verbal, esas tres décadas fueron muy duras y difíciles en el país para la clase obrera, profesores, dirigentes políticos partidistas, pero de manera exponencial para la juventud que no tenia abolengo ni herencia material.
Los gobiernos represivos de esos años, influenciados por los prominentes defensores de la Guerra Fría en el país, el continente y el mundo, llevaron a grado extremo la negación de derechos a una sociedad diezmada, que no terminaba de salir de los remanentes de la más hostil y perversa dictadura del hemisferio norte.
En su Fogaraté de fecha 07 de mayo del año en curso, titulaba Colombo : ¿Y los Clubes Barriales?
Fantásticos espacios creados por este pueblo.
En su segunda intervención de fecha: 11 de mayo, titulaba: Por qué ya no hay clubes, no obstante su incidencia en la vida de las comunidades.
Con su incisiva objetividad Colombo hace un llamado necesario y contundente al país para que retome, valore y apoye las importantes instituciones clubísticas de sus comunidades. Sin recursos económicos asignados por los distintos gobiernos que se han sucedido en la dirección del Estado, esas dinámicas organizaciones llevaron a sus espaldas durante más de cuarenta años, la formación integral del Pueblo Dominicano.
Todavía hay clubes y ligas en todo el país, hermano Colombo. Lo que se ha perdido es la voluntad política de quienes han llegado de manera truculenta a dirigir el deporte olímpico, las Federaciones, las Asociaciones, y las Uniones Deportivas. Lamentablemente, por poder económico, o por poder político, un conjunto de malos dominicanos se han apoderado salvajemente de la actividad deportiva nacional, y lo que fue un movimiento espontáneo y sin fines de lucro, se ha convertido en la herencia material de unos cuantos.
Yo espero hermano Colombo puedas hacer y publicar un tercer Fogaraté, dedicado a los miles de clubes, ligas y dirigentes deportivos que en todo el país continúan trabajando por la Sociedad Dominicana, por la juventud dominicana, por los niños del país. Pero te pido de favor que en ese tercer Fogaraté le hagas saber a la clase política dominicana que al Ministerio de Deportes y Recreacion no se deben llevar ministros que desconozcan la historia deportiva nacional, y mucho menos que sean incapaces de reorientar los recursos económicos del presupuesto nacional para garantizar la vida digna a quienes han formado y continúen formando las mujeres y hombres que han hecho de esta media isla, un país admirado y respetado en todo el mundo.