En Santo Domingo convivimos con el peligro, pero no estamos concientes de ello. Cuando hablamos de seguridad ciudadana normalmente creemos que se trata simplemente de mantener a raya la delincuencia, pero no, es mucho más que eso.
La seguridad vial es también parte de la política de seguridad ciudadana, también lo es la prevención de riesgos, de todo tipo. Por ejemplo, si sabemos que el cambio climático ha estado provocando niveles de precipitaciones récord ¿Dónde están nuestras acciones de mitigación y respuesta a corto, mediano y largo plazo?
Recientemente, una serie de accidentes desnudan una realidad terrorífica, no solo en Santo Domingo, sino también en otras urbes importantes del país, donde hemos visto, desde siniestros viales, hasta inundaciones, incendios y explosiones que pudieron evitarse o, al menos, disminuirse la probabilidad de que ocurrieran.
El solo hecho de salir de nuestras casas se convierte en una especie de deporte extremo donde nos jugamos la propia vida. El hecho ocurrido en el sector Evaristo Morales, donde, un accidente de tránsito, que no debió tener consecuencias mortales, resultó en lo peor, debido a que uno de los vehículos cayó en una fosa de cimentación profunda de una construcción.
La empresa constructora argumenta que puso algunas barreras alrededor de la excavación y que tiene todos los permisos al día, sin embargo, la realidad es que hay vidas perdidas porqué ha sido insuficiente la fiscalización del Estado para garantizar que las regulaciones existentes se cumplan correctamente.
Si evaluamos otro caso reciente, de otro accidente de tránsito, pero esta vez ocurrido en la Ave. George Washington, donde una ciudadana venezolana atropelló a un joven dominicano, cabe preguntarse ¿Por qué la alcaldía y el gobierno invierten tanto dinero en áreas de esparcimiento en el Malecón, sin considerar mejorar la seguridad vial también en estas zonas?
Otros siniestros, producto de la ocurrencia de inundaciones, incendios y explosiones, tanto en Santo Domingo, como en provincias como San Cristóbal, Santiago y otras, ponen de manifiesto la incapacidad de las autoridades, locales y nacionales, para hacer de nuestras ciudades lugares más seguros para las personas.
Somos uno de los países con más regulaciones, incluso hasta tenemos una ley que prohíbe el uso de la hookah, pero somos los peores haciendo cumplir esas regulaciones, como por ejemplo pasa con leyes y normativas sobre tránsito, prevención de riesgos, construcción de obras, etc, etc, etc.
Es por todo lo anterior que, en esta coyuntura, donde se plantea la realización de diversas reformas, creemos que la mayor transformación institucional que podemos promover es precisamente crear herramientas más efectivas y destinar los recursos necesarios para lograr que las leyes y regulaciones vigentes se cumplan cabalmente.